sábado, junio 07, 2008

en el vagón de metro un pajarito pasa volando

ahora recién me di cuenta de cuánto te quería. en el fondo sigo sin entender mucho.
ha pasado una semana y la vida quiso seguir como si nada, y en parte lo logró.
la metáfora del pájaro que quiere volar me duele tanto, amor, pensar que no lo quiero dejar volar por puro egoísmo me llena de odio al principio, luego de una aceptación dolorosa pero definitiva. me duele que se vaya, amor. me duele que vuele, por sí mismo, que no quiera, que no deba vivir más enjaulado porque sus alitas ya necesitan volar. me duele de pena sentirme egoísta, me duele el pecho sentir que te quiero tanto tanto que no puedo dejarte volar. me duele pensar que mi amor se funda en el egoísmo de tenerte.

y la dejaste volar. se fue, se fue y quiero pensar que vives bien ahora, que el dolor de la separación va a pasar y ya vai a pillar otro pajarito y un nido y me duele pensar que lo que nos unía, en el fondo más que unirnos nos ataba. me duele pensar que me quedo con mi jaulita de pájaro en la mano, con sus alambres encerrando a la ausencia, el espacio vacío.

me duele en el fondo. me muero de pena como no moría desde que tú todavía estabai aquí, o como morí todo el tiempo en que no estuviste (perdón por lo cursi), pero tiene su verdad, en el fondo morir de pena es vivir más que nunca. la verdadera muerte es la indolencia. es así que me siento más vivo, pero vivo de verdad, con los defectos, con la derrota del mortal que se acepta, que acepta su destino inevitablemente fúnebre, en ambos sentidos de la palabra.

derrotado con mi jaula, sentado tarareando tu canción. alguna de tus canciones. me encantó cuando me cantaste acostados, tan cerca. me encantó vivir contigo, barrer las hojas y lavar la loza y imaginarnos en veinte años casados y haciendo lo mismo. me gustó besarte por horas, horas sumergido en tus cachetes y tu pelito y tus ojos de chinita. me gustó llorar abrazado a ti. me gustó entrar a la estación de metro con el dolor en la guata, pensando que me moría de soledad, pensando que estaba tan tan tan solo y amargo bajando la escalera. te quiero mucho y subirte al auto, mirarme despedirme de tu mamá, mirarme bajando la escalera con la guata apretada. sabiendo que no iba a hablarte ni verte en meses, casi un año.

ahora pienso si fue o no una buena decisión. no sé. quizás si hubiésemos seguido estaría todo igual, una rutina que nunca fue tan bella, que nunca tuvo tanto sentido, que se basaba más que en un amor en un compromiso con el mundo, en un pacto con el propio destino que hoy aún sigue vigente aunque no te vea, panchi, y eso es lo más doloroso, que no solucionamos nada, porque el pacto seguirá atándonos hasta que terminemos, hasta uqe dejemos de amarnos, dos años no causaron el olvido, la distancia no sirvió de nada. quizás sirva para no pensar tanto en el otro, pero al parecer no está funcionando mucho.

voy a escribirle esta carta al aire, a cualquier lugar donde no estés, panchi, amor. me gusta decirte amor, me gusta que mis dos palabras favoritas sean sinónimos. pero ahí hay un problema: ahora que son sinónimos el amor se queda en panchi, y panchi en amor, y ya nunca va a poder salirse de ahí. me aterroriza que el amor seas tú, panchi, que no haya amor más allá de tus paredes de tus risas (dije una vez, aquí mismo).

deberíamos terminar con esto amor. deberíamos conversar de qeu ya no nos queremos, discutir y decidir que no te amo. pero esta indiferencia por decisión no te va a dejar volar, amor, ni a ti ni a mi.

por mucho que imaginemos que no hay barrotes, no vas a poder volar, amor, pajarito.